martes, 13 de enero de 2009

04/01 , Undécimo día

Por la mañana viajamos a La Quiaca (3442 msnm). Nuestra intención era conocer la ciudad, cruzar la frontera a Villazón (Bolivia) y hacer algunas compras. Nuestra ciudad fronteriza nos recibió con un sol abrasador. Casi sin recorrer la ciudad y luego de preparar las bicicletas con las alforjas en la terminal, nos dirigimos a la frontera. Observando unos instantes el incesante movimiento de ingreso y egreso de las personas en ambos países, nos decidimos por pasar libremente con nuestras bicicletas y alforjas. Si bien hay fronteras que solo existen por un tema netamente territorial y político, hay otras que ese simple limite (en este caso un río seco) separa a dos pueblos muy dispares. Caminando unas pocas cuadras ya del lado boliviano, tanto Javier como Ivo, notaron la desprolijidad, suciedad y desorden de una ciudad que es muy populosa y vive del comercio. En la calle y en los negocios se puede conseguir de todo. La oferta abarca desde productos electrónicos, pasando por ropa y calzados, hasta verduras, frutas, productos de medicina natural y especies de todo tipo. Ya cerca de la terminal se empiezan a ver carteles de hostales económicos y alojamientos. Nosotros nos alojamos en uno cerca de la plaza principal y a media cuadra de la terminal. Como ya era el mediodía, los llevé a almorzar al mercado central. Luego, la idea era salir a pedalear por las rutas bolivianas de ripio. De Villazón sale una única ruta de ripio y va en dirección norte. Es angosta y tiene constantes subidas y bajadas. En los 10 Km. que hicimos pasamos muy pocos poblados y el paisaje era bastante árido. Regresamos al hostal para tomar unos clásicos mates y luego salir a dar unas vueltas y hacer algo de shopping.




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